CUANDO LA HISTORIA SE VA DESDIBUJANDO:  LA MALTRATADA PUERTA DE TALAVERA

(V)

2. EL CONVENTO DE SAN FRANCISCO

(Y SEGUNDA PARTE) 

 

 

 

 

A partir de la desamortización el convento pasó de un cometido a otro hasta la actualidad y su patrimonio fue reubicado en las distintas parroquias placentinas . En 1920 Adolfo Sequeira Rocha, como propietario del inmueble, inició su transformación para adaptarlo a las exigencias de la época. Así se convirtió en un edificio industrial y acogió desde fábricas de hilados de seda, a fábrica de jabones o de pimentón, pasando por ser almacén de aceitunas, una trapería y talleres de distintas naturalezas, entre ellas la de mecánico o fontanería, e incluso fue una agencia de transportes. También parte del convento se repartió como viviendas sociales en las estancias superiores del edificio. Asimismo, la iglesia en el año 1923 se transformó en una sala de espectáculos, denominada Teatro Sequeira, inaugurándose con la zarzuela La MonteríaUn extraño el lugar elegido, poco común al estar fuera recinto histórico y cerca de la Isla, un lugar al aire libre y sin apenas construcciones alrededor. La habilitación del inmueble para espectáculos conllevó el que desaparecieran las laudas y las capillas funerarias, el desmontaje de la tribuna en el altar mayor, la modificación casi total de la capilla de Santa Isabel y el óculo del coro. Para su nueva función el presbiterio se adaptó como embocadura, el patio de butacas con las plateas en la nave principal, en el segundo tramo se ubicaron los palcos volados sobre vigas maestras de hierro y la puerta principal se usó como vestíbulo. Esta actividad duró poco debido a las quejas continuas del vecindario.

 

Durante la II República fue testigo de los acontecimientos políticos de relevancia a través de los mítines dados por los lideres de los diferentes partidos. Y durante la Guerra Civil pasó a desempeñar la función de cuartel.

Ya, en 1953, se convirtió, siguiendo el proyecto del arquitecto Ángel Pérez Rodríguez, experto en estructuras diáfanas, en el Cine Sequeira, pasando a formar parte de los tres espacios monumentales existentes en la provincia de Cáceres. Así se sumó al Gabriel y Galán de Trujillo, antiguo palacio del siglo XVII de Juan Pizarro de Aragón cuyo patio se techó para teatro en 1864, y al Cine Maravillas de Alcántara, antigua ermita también desamortizada del siglo XVI de Nuestra Señora de la Encarnación. Así permaneció hasta finales de l960, año en el que se abandonó definitivamente suponiendo su menoscabo, además de considerarlo un espacio ya añejo y decadente. 

 

La intervención de Ángel Pérez Rodríguez, arquitecto municipal de Cáceres, fue muy similar a la que llevó a cabo en el Cine Norba de Cáceres. Consistió en ocultar definitivamente el carácter religioso que tuvo la capilla: la estructura de madera se sustituyó por hormigón, el peralte del patio de butacas se modificó, el techo se cubrió con maderas tornapuntadas y se le añadió sobre un contrachapado, mejorando con ello la acústica, una placa incombustible de vitrofib.

 
 
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Tras más de treinta años de abandono, tras la restauración y mejoras de accesibilidad, en 1994 la parte conventual se convirtió en la Residencia Geriátrica de San Francisco y la parte de la iglesia en el Complejo Cultural San Francisco que hoy no tiene, desgraciadamente, actividad alguna. De esta forma, en 2007 el arquitecto José Miguel Rueda proyectó una sala permanente de exposiciones para la Junta de Extremadura. En su remodelación, la finalidad principal fue salvar las trazas originales del templo puesto que estructuralmente el complejo no estaba tan dañado como en un principio se creyó. En este sentido, al quitar el graderío del cine se   descubrió la portada de una de las capillas funerarias existentes en el edificio y la ubicación de la tribuna donde se asentaba el órgano. Por otro lado, para salvar el desnivel existente entre la plaza trasera del aparcamiento del Puerta de Talavera y el convento, el arquitecto ideó una pasarela de acero.

 

 

Por otra parte, en 1994, la entonces Consejería de Bienestar Social de la Junta de Extremadura sacó adelante el Proyecto de ejecución de Residencia-Club de Ancianos en el antiguo Convento de San Francisco de Plasencia, firmado un año antes por los arquitectos Fernando Serrano y José María Marzo. Ambos fijaron su atención en las partes más deterioradas, como era la galería oeste del claustro, el sureste de la crujía oriental y la esquina noroccidental del convento. Con buen criterio actuaron para convertir un monasterio en residencia geriátrica. Y lo hicieron atendiendo a dos criterios, el patrimonial y el funcional. 

 

 

A veces, hay que elegir entre una restauración y una rehabilitación, entre dejarlo como en origen para cerrarlo o reconvertir los espacios para que no se pierdan con materiales contemporáneos, con nuevas aperturas que hagan transitable un lugar concebido siglos antes y nuevos tabiques que ordenen su nueva función. Este dilema siempre se nos presenta y la decisión está clara: que el edificio siga su curso, en ningún caso pretendemos crear fósiles que duermen en su historia. No obstante, se fue respetuoso con el inmueble dejado las trazas que en su día se dieron los artífices, incluso se descubrieron los paramentos decorados con pinturas murales. 

 

 

 

En parte con estas actuaciones se ha devuelto la dignidad que este edificio supone para Plasencia puesto que nos habla de una época de esplendor que no debe olvidarse. 





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