CUANDO LA HISTORIA SE VA DESDIBUJANDO:  LA MALTRATADA PUERTA DE TALAVERA

(I)

 








 

Cabría preguntarse hoy cómo fue y cómo ha sido la Puerta Talavera desde sus orígenes, cómo ha ido cambiando su configuración y por qué tenemos ese interés por ella. Muchas decisiones políticas han fijado su afán en la Puerta de Talavera. Siempre ha sido un objeto de deseo por varias razones. Lo ha sido porque en su piedra se escribió lo más valioso para una ciudad, su libertad, su enseña y su identificación. Lo ha sido por ser la puerta más importante, aquella que abría su horizonte a la corte, a Madrid. Lo ha sido por ser el principal nudo de comunicación de la ciudad donde se cruzan dos grandes vías, la Nacional 630 y la Nacional 110. Lo ha sido por aglutinar un patrimonio nada desdeñable a su alrededor (conventos, ermitas, hospital, fábricas, el parque de recreo de la Isla desde la Edad Media…). De ahí su continua remodelación desde los tiempos de Felipe V. Muchos piensan que no hay que embarrancarse en la Historia, pero sin ella no se puede construir ningún futuro, eso es así a pesar de aquellos que sólo se empeñan , paradójicamente, en vivir un presente perpetuo.

 

 



 

La Puerta Talavera no es cualquier lugar, se trata de un espacio nada común en la trama urbana. Basta con mirar el plano de Luis de Toro y ver cómo la coloca en el centro de la representación. No es casualidad. Aquí observamos la disposición que tuvo: un rellano ocupado por el Hospital de la Merced o de las Llagas, el Convento de San Francisco, la ermita de San Miguel y la de Santa Catalina del Arenal, el parque de la Ínsula, la bajada al barrio de Toledillo y a su parroquia (hoy San Juan) y, al otro del río Jerte, la Domus de Don Fabián de Monroy o el Colegio del Río. Una panorámica en nada baladí que el tiempo ha desdibujado.

 



Como historiador entiendo que las ciudades se van transformando con el paso de los siglos, que ciertas huellas se borran, que existen equivocaciones cuando se toman decisiones por parte de los responsables municipales… Todo eso es comprensible. Lo que no es admisible es modernizar demoliendo el pasado, sobre todo en lo que concierne a las últimas décadas.

Veamos, pues, qué  le ha sucedió a ese espacio.

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