Arte y espiritualidad en la era contemporánea: un cambio de modelo.

 ( y V)

 



Más allá de la ironía,o de la propia geometría, Mariajosé Gallardo, siguiendo la tradición barroca española, traslada ese espíritu a nuestro mundo contemporáneo. Su planteamiento se fija en representar al individuo en su vida cotidiana y analizarla como paradigma sociológico de una dramaturgia donde confluye la evanescencia espiritual con el entretenimiento de la invención. Materializa de algún modo aquella visión barroca, por un lado, del «gran teatro del Universo» y, por otro lado, el «gran teatro de la vida en sociedad». Es una excelente scriptoria alfonsí al ilustrar aquellos saberes que son fundamentales para el conocimiento de la vida, recurriendo a la función mágica, misteriosa e inexplicable de las imágenes que el siglo XVII nos dejó.  Esta mirada barroca se com­plementa con piezas de Rorro Berjano, quien desglosa todo el imaginario contra­rreformista echando mano de la ironía, de la cultura visual del siglo XVII cuyas imágenes, al igual que las suyas, transmiten un gran número de contenidos pedagógicos a una sociedad de masas (la incipiente barroca y la actual). Así, gran parte de su producción puede relacionarse con aquella afirmación de Baltasar Gracián que comparaba este mundo con «el teatro angosto de las tragedias de la muerte». 

 


 

Finalmente, tres mujeres artistas también nos advierten de cómo este mundo es el teatro del engaño y nuestra obligación es llegar hasta el fondo de las cuestiones más ocultas, tratarlas y mostrarnos su desengaño. María Jesús Manzanares, mediante una alegoría zurbaranesca, nos remite a unas telas que son a la vez poéticas y místicas, novelescas y religiosas; y lo son merced a un ideal plástico de descifrar para comprender qué hay debajo de las apariencias, de esos linos y objetos que componen sus obras. Esto es, según las acotaciones de Fernando Pérez, «la piel de un mundo cansado y lleno de heridas zurcidas. Luces y sombras de una vida». Sus obras sólo nos transmiten aquellos valores casi. enfrentados desde nuestros orígenes, como son el desagarro o la bondad, conceptos ambos con una gran carga de principios, de ideales.  

 

Por su parte, Verónica Bueno y Abigail Narváez recurren al Agnus Dei, a una iconografía española que se prodigó en el siglo XVII cuando la religión impregnaba todos los ámbitos de la vida y, consecuentemente, del arte: mostrar un sentimiento de otredad a través del sacrificio de Cristo hizo que los artistas otorgaran un significado moral y piadoso a parte de su producción, buscando con ello la reflexión del espectador. En este sentido, Verónica Bueno, entre lo sagrado y lo profano, nos revela toda una crítica social a través de aquello que se engloba en lo inviolable (la salud, la vivienda, el alimento o el trabajo) y lo mundano (el poder, la especulación, el con­sumo desorbitado o la manipulación). Y Abigail Narváez, más pausada en su planteamiento y dentro de una concepción clásica, nos presenta un dibujo exento de crueldad, donde todo es dicha, goce, recogimiento y quietud. Y, en este punto, cuando se recurre a los cánones clásicos hemos de citar a Magdalena Leroux quien construye una lógica específica sobre símbolos consabidos transfigurados para darle una nueva cualidad que, siguiendo a Nelson Goodman en Los lenguajes del arte, no es más que una denotación que representa el alma. 

 



 
 


Como conclusión, podemos señalar que asistimos a un doble uso del lenguaje, a uno simbólico y otro emotivo, a uno que se basa en referencias espirituales y otro que es fundamentalmente evocador. Cada uno de los artistas representados establece una pugna con las imágenes, las deforman y las reconstruyen para articular una dimensión expresiva distinta con nuevos tonos, nuevos ritmos, nuevas cadencias, nuevas asociaciones que les otorgan otro significado. Así, sus imágenes es lo conocido y el predicado o lo sugerido es la transmisión de nuevas ideas que nos deben hacer reflexionar. Yoshi Oida en su ensayo El actor invisible nos advertía que el trabajo de los artistas no es mostrar lo buenos que son, sino que con sus obras nos demuestren que lo representado tiene vida.Y PAINTING TO HAMMER A NAIL IN -CROSS VERSION 1960-2002 der Yoko Ono o  el  TEMPLO DEL VIENTO de  Raphaël August Opstale pueden servir de ejemplo.

 





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