UNO X UNO
Si algo caracteriza la obra de Lourdes Murillo, es la creación de una atmósfera reflexiva en todas sus series. Son obra para pensar. Y en este punto es donde debe mirarse su trayectoria, que, a mi juicio, siempre sigue una línea argumental basada en tres ejes: la relación entre pensamiento y espacio; la experiencia como punto de partida para analizar la memoria y el tiempo; la idea de transitar que hace que el espectador recorra un territorio.
Pensamiento, experiencia y recorrido configuran todo su universo. Así, si en REDAMAR nos habla de aquello amores encolerizados (o tranquilos), del dolor y de la propia vida a través del color rojo, en EL TEMPLO DEL AGUA nos remite a un desdoblamiento de la existencia, uniendo pasado y presente mediante el agua, el carbón, el rojo y el negro; si en LAS FUENTES DE GRANDSON o en LO INDELEBLE nos remite a la memoria de los lugares, a la realidad vivida en un pretérito, en PLEGARIAS (inédita) plasma esa idea de franquear por la pintura a través de sus artífices.
Y, así, en UNO X UNO pueden verse estos tres ejes que nos guían por su obra: lo representado como acto de reflexión cuando parte herramientas predigitales para que imaginemos un mundo tecnológico; la geometría, la luz y el color para estructurar un espacio que enlace la Antigüedad, el de las teselas romanas, con el mundo actual de los píxeles, recurriendo para ello a la idea de memoria; y la composición como un tránsito de aquellos jardines de la infancia a otros despojados de todo ornamento, pero, quizá, con una mayor musicalidad.
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