OBRA ABIERTA U OBRA CERRADA

(historia de un despropósito)

 

III

 

 


 

Dentro de este contexto nace el Salón de Otoño en Plasencia. El origen de esta denominación hemos de buscarlo en Francia. Bajo este enunciado se designaba una de las manifestaciones anuales parisinas más importante, junto al Salón de los Independientes o el Salón de Artistas franceses. Fue creado en octubre de 1903 y tuvo su primera sede en el Petit Palais. Su característica principal fue la presentación de artistas jóvenes, intrépidos e innovadores vinculados, en su comienzo, al Impresionismo, aunque sirvió como anfitrión de la presentación de los fauvistas en la edición de 1905 ya en el Grand Palais. La época elegida vino fijada por ser el momento en que los pintores franceses y extranjeros había finalizado sus obras plenairistas del verano y para desligarse del resto de manifestaciones que se hacían en primavera.


Salon d'Automne, París,1904.

Esta iniciativa del Salon d'Automne tuvo su réplica en España en el Salón de Otoño, pero con un cariz conservador en octubre de 1920, en el Palacio de Exposiciones del Retiro. Fue Juan Espina y Capo quien se encargó de organizar el primero de ellos. Con esta iniciativa se abría paso la estrecha relación que tienen el coleccionismo con la situación socioeconómica de España puesto que refleja de algún modo una ida de la colectividad; eso sí con sus luces y sombras. Sin olvidar que el nacimiento de las Cajas de Ahorro tuvo lugar en 1835 y su finalidad no fue otra que el compromiso solidario de sus Obras Sociales en sus dos vertientes, la asistencial y la cultural.  


 Cartel del Salón de Otoño en Madrid, 1920

 

     Mariano Benlliure en la entrega de una medalla al-pintor Juan Espina Capo.

Consecuentemente, estamos ante verdaderos mecenazgos que se ha ido decantando por la creación y conservación de un patrimonio artístico. Y, además, han contribuido en sus sucesivas ediciones renovar ese acervo en función del panorama cambiante que ha ido sumando distinto discursos artísticos; distintas tendencias que nos sirven a los historiadores como una fuente a tener presente a la hora de estudiar de la evolución estética y social. No obstante, hay que pensar que las Cajas de Ahorro con un objetivo filantrópico, herencia de la Ilustración, también poseen una faceta empresarial que se manifiesta en las estrategias de mercado identificadas con sus proyectos, como es el caso del patrimonio artístico. Una filiación entre entidad y clientela en la que las administraciones no desempeñan ningún papel de coordinación puesto que la encargada de ello, en todo caso, es la Asociación Española de Fundaciones.

 

 

En el año 1910 se creó en Plasencia la primera casa de empeños, cuyos intereses fueron tan elevados que Ezequiel Núñez Moreno, Presidente del Centro Social Católico, junto al obispo Francisco Jarrín Moro crearon un año más tarde la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Plasencia. Entre 1911 y 1940 se desarrolló una labor social fundamentalmente orientada a los ancianos, la sanidad o la juventud a través de ayuda y becas En los años de posguerra se instituyó la Obra Social de la Caja placentina ampliando el ámbito de actuaciones como la educación, investigación, marginación, medioambiente… abriéndose, de esta forma, a otros campos de lo que se pensaron con la creación del Fondo de Beneficencia en 1928. Se dio paso a la Obra Social. En junio de1966 se inauguraba el Aula de Cultura en la calle Hernán Cortés con la finalidad de acoger exposiciones, conferencias, seminarios, teatro… Y en algo más de una década, en 1979, se convocaba el Primer Salón de Otoño de Pintura como distintivo cultural de Caja Plasencia.

 Aula Cultural, Sala Verdugo, Plasencia

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