MIRAR UNA CIUDAD 


 


Mirar una ciudad no es tan sencillo como parece. Además de tener los cinco sentidos puestos en sus calles y sus gentes, se necesita memoria para poder comprender cómo se ha forjado a lo largo de los siglos. La ciudad así entendida se nos presenta como un escenario donde actúan muchos protagonistas. El guion lo marca el tiempo y los decorados van cambiando a la par que se multiplican los puntos de vista. Posiblemente, dos catedrales o un convento de grandes proporciones convertido en Parador y situado en la Mota donde se originó la ciudad, palacios que introdujeron las ideas renacentistas en Extremadura, edificios modernistas como destinado en principio al colegio marista, luego cuartel y hoy centro universitario, o inmuebles deportivos como el pabellón de Sainz de Oiza, por citar algunos ejemplos, han ido configurando una secuencia en la Historia que ha contribuido a dar sentido a la trama urbana. No son más que testimonios mudos  que han forjado también una intrahistoria: la ciudad no se funda, se forma.; y la la van configurando hombre y mujeres que se vinculan a un lugar, una sociedad que crea otros espacios y fragmenta su concepción en multitud de hechuras. Todos, en mayor o menor medida, con mayor o menor acierto, han construido y deconstruido anónimamente la ciudad en multitud de ocasiones. En ella todo tiene cabida y todo suma puesto, lejos de cualquier lamento, Plasencia ha ido en consonancia con las épocas por la que ha atravesado. 

 

En la secuencia de fotografías antiguas que se muestran se pretende dibujar cómo era la ciudad y cómo debemos verla con ojos actuales, lejos de cualquier ataque de melancolía y sin ánimo de comparar lo que es y lo que fue. Plasencia es como es, como hemos decidido que sea, con sus aciertos y sus errores: el Hospital de la Merced desapareció para dar lugar a un espacio impersonal y caprichoso en la Puerta de Talavera; la Casa de las dos Torres se quedó sin una de ellas; el Convento de San Miguel se borró de la trama urbana dejándonos solamente lo que fue la puerta torreada en la actual plaza Obispo Amadeo; la ermita de San Miguel de la Cruz Dorada, frente a la ermita de Santa Catalina del Arenal (hoy convento de San Francisco), en ruinas desde la invasión francesa y derribada posteriormente; lo que queda de la Casa de los Carvajales, centro comunero de Extremadura que se alineó con las ciudades rebeldes representadas en la Junta de Tordesillas entre 1520 y 1522, a lado de la reina Juana de Castilla y frente a su hijo Carlos I, como respuesta al mal recuerdo del poder ejercido por los los Zúñiga durante un breve periodo de señorialización de Plasencia; el Alcázar con el Arca de Agua donde terminaba el acueducto de San Antón para edificar el cuartel de la Guadia Civil y las casa de los militares en la posguerra; el encalado original de la ermita del Puerto, hoy con ladrillo visto para quitarle la capa de protección que tenia por seguir una moda...










Comentarios

Entradas populares de este blog