Arte y espiritualidad en la era contemporánea: un cambio de modelo.
(I)
El ser humano desde siempre ha intentado reflexionar sobre lo permanente y lo transitorio de nuestra existencia. Y lo ha materializado a través de distintos lenguajes y desde posiciones ajustadas a credos y costumbres, desde actitudes que han dependido de las épocas, los estilos y las tendencias. Pero siempre con el mismo fin: afrontar la dimensión sagrada. Y al enfrentarnos a ello nos ha hecho que nos topemos con muchas sensibilidades. Y dentro de esta receptibilidad, los artistas siempre han ido más allá de las formas al trascender la realidad, al hacer hincapié entre un mundo material y otro espiritual, entre la experiencia personal de cada uno de ellos y la búsqueda de significados que hagan elevarnos a otra dimensión. A través de sus obras pueden entreverse las capacidades que hoy tenemos para comprender la universalidad que se ha generado a partir de lógicas locales y de perspectiva dispares:
El mundo sin duda necesita de la espiritualidad. Sin embargo, grandes visionarios científicos, artistas, y filósofos entendieron que la espiritualidad va más allá de la devoción a deidades externas que nos han atrapado en un juego de sensaciones y emociones que se convirtieron en un placebo para la evolución, empujándonos a desarrollar el más extremo dualismo ideológico que separa el espíritu de la materia.[1]
En cierto sentido, se trata de ver cómo existe una correlación entre el tiempo que vivimos y el espíritu de cada creador. Se siguen de esta manera los planteamientos que Vassily Kandinsky hizo cuando afirmaba que «el artista crea misteriosamente la verdadera obra de arte por vía mística… La obra artística vive y actúa, participa en la creación de la atmósfera espiritual»[2]. Y este clima es el que determina la vuelta a aquella idea de unidad que se ha ido perdiendo a lo largo del tiempo para dejarnos un mundo mudo de voces puesto que muchos artistas han elegido el camino fácil de la pasajero, de la moda, de la inmediatez. Asimismo, hemos de reivindicar ahora cómo la espiritualidad y el arte han representado lo sagrado desde la Prehistoria.
Todas las culturas han recurrido a los ritos con fines religiosos, pero, quizá, sea en el periodo del Renacimiento donde ese rito se seculariza al establecer su relación con el concepto de lo bello sobreponiéndose a la idea medieval agustiniana, pensada como una estética propiamente cristológica, como un «crucificado amor» que se encuentra en el rostro de Dios, como se señala en el salmo 44,3 en el libro de Isaías.; esta vía cristológica se cambió en el siglo XIX por sobrepasar la realidad y crear una necesidad interior, un deseo subjetivo del hecho religioso. Esto ha provocado en la sociedad actual una fractura significativa entre arte y religiosidad, abriéndose una nueva etapa después del Concilio Vaticano II; un periodo que reconoce cómo las artes plásticas son necesarias para mostrar la misión evangelizadora. Una tarea ya recogida en el Sacrosantum Concilium[3] en 1963, y completada por Juan Pablo II en 1999 al afirmar que «el artista busca siempre el sentido recóndito de las cosas y su ansia es conseguir expresar el mundo de lo inefable… ¿No es acaso en el ámbito religioso donde se plantean las más importantes preguntas personales y se buscan las respuestas existenciales definitivas?»[4].
Así, se ha fraguado una nueva
espiritualidad con un lenguaje moderno que, al margen de cristianizar, también es un lenguaje trascendental que exprese de algún modo la idea de
felicidad. Sin embargo, hay que señalar que este acercamiento de las artes
plásticas a los nuevos lenguajes artísticos se produjo en el pontificado de Pío XII, aunque se materializara con el Concilio
Vaticano II.
[1] OCHOA, U., «De lo Espiritual en el Arte. Obertura», en https://artishockrevista.com/2016/09/05/lo-espiritual-arte-obertura/
[2] KANDINSKY, V., De lo espiritual en el arte. Capítulo VII. La obra de arte y el artista
[3] Véase el Capítulo VII, «El arte y los objetos sagrados», https://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_const_19631204_sacrosanctum-concilium_sp.html
[4] Carta del Santo Padre Juan Pablo II a los artistas, https://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/letters/1999/documents/hf_jp-ii_let_23041999_artists.html
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