LA SIMBOLOGÍA DE LA INMACULADA
La simbología inmaculista y las denominadas letanías lauretanas tienen su origen en el libro del Cantar de los Cantares. La interpretación tipológica y alegórica que los Santos Padres hicieron de estos textos, han sido primordiales para la fijación de esta iconografía. Todos estos símbolos se materializaron en un prototipo iconográfico mariano denominado la Tota pulchra. Un prototipo que recurrió a las imágenes plasmadas en letanías y cuyo máximo esplendor se dio a partir de las ilustraciones de los hermanos Joseph Sebastian y Johann Baptist Klauber en la obra de Francisco Xavier Dornn en 1742. De esta manera aparecen los siguientes motivos decorativos: El Pozo, como símbolo del agua de vida, vivificadora, que concede a la humanidad la salvación; el sol, que, en María, esta imagen es meramente derivada ya que el verdadero sol es su Hijo y ella lo es en el sentido que, mediante sus virtudes, irradia luz como el astro solar; la Palmera que hace referencia a la entrada de la ciudad con palmas de Jesús, en señal de triunfo y de victoria, evocando con ello la ascensión, regeneración e inmortalidad, aunque también hace referencia a la expulsión de Adán y Eva del Jardín del Edén, y se interpreta como una alegoría de la justicia.
En España, la devoción a la Virgen se encauzó, sobre todo, a partir de la batalla de Lepanto en 1571 con la Virgen del Rosario. Pero desde el 8 de diciembre de 1585 la Inmaculada pasa a tener protagonismos después de la batalla de Empel contra los holandeses.
Un buen ejemplo de ello lo tenemos en el púlpito que fue realizado ex profeso para la ermita de la Salud por sus dimensiones; para ese nuevo espacio que se creó, fechándose así en el segundo tercio del siglo XVIII. De hecho, la mayoría de púlpitos constan de varias partes: la «escalera», situada alrededor del pilar que sostiene el púlpito; el «sostén», que reposando sobre el pavimento; la «tribuna», que se divide en «plataforma» —sobre la que se coloca el oficiante— y «antepecho» o «pretil», parapeto que cierra la parte inferior del púlpito. En el caso de La Salud carece de atril y de tornavoz. Sin embargo, recoge todo el ideario inmaculista de la monarquía española. Pensemos que la fiesta de la Inmaculada fue fiesta de guardar en todo el Imperio desde 1644 y se declaró fiesta en toda la Iglesia en 1708 por orden del Clemente XI. Clemente XIII emite en 1760 la bula Quantum Ornamenti, proclamando a la Inmaculada patrona principal de España e Indias.
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