Luis Miguel Sánchez Benito y su ensayo El tetrapylon de Capera. Estudio y Reconstrucción a escala 1:10 en alabastro.
La ciudad de Cáparra
La Vía de la Plata ordenó por primera vez el territorio del oeste peninsular, y la ciudad de Cáparra, Augostobriga y las mansio, como Castris Caecilis (Cáceres), Turmulus (Garrovillas de Alconétar), Rusticiana (Galisteo), Capara (Oliva de Plasencia) y Caelionicco (Baños de Montemayor), fueron las encargadas de vertebrar el eje transversal que forma el Tajo. Un camino que estuvo transitable durante toda la Edad Media y que valió para la conquista musulmana de la Península. Entre los ríos Duero y Tajo se creó un terreno apenas habitado y apto para las conquistas y la repoblación. Así, a lo largo del medievo, Cáparra se despobló y se convirtió en una ruina. Y a ello se sumó la refundación de Plasencia, que supuso un duro golpe al crear un camino alternativo a la vieja Vía de la Plata.
Vista aérea de Cáparra en una de las primeras fases de su excavación
En el siglo XVI, con la irrupción los eruditos, se acopió toda la información que fue posible a través de las inscripciones, pero no fue hasta el siglo XVIII cuando se estudió desde una perspectiva realmente académica. Este interés se abandonó, desgraciadamente, ese mismo siglo, al trasladar a Oliva de Plasencia la Capellanía o beneficio eclesiástico, desapareciendo las Ventas de Cáparra y, con ello, todos los intentos y programas de la Ilustración española sobre la repoblación que, a todas luces, fracasó. La revitalización que pretendió Javier de Quiroga y Loaysa en 1769 al proponer la repoblación de la ciudad romana no llegó a buen término. Y dos años más tarde, en 1791, en el Interrogatorio formado de orden del Consejo para la visita de la provincia de Extremadura, Cáparra deja de existir, describiéndola como la Venta de Cáparra, un lugar sin vecinos al ser trasladados. En este mismo interrogatorio se indica que el número de vecinos era de ocho ( cuatro mesoneros, un abastecedor de vino y aceite y tres labradores), siendo reubicados en Villar de Plasencia y Oliva de Plasencia. En le siglo XIX aparece ya como un paraje despoblado.
Alexandre deLaborde,
(1806-1820) VOYAGE PITTORESQUE E HISTORIQUE DE L'ESPAGNE
Sin embargo, a principios de los años 20 del pasado siglo se iniciaron los trabajos de excavación, y Floriano Cumbreño dio con el denominado, en aquel momento, templo de Júpiter. En los años 60 volvió a excavarse para desvelar la posible distribución urbana con la intervención de José Marías Blázquez, y en 1985 se tomaron de nuevo las excavaciones al frente de Enrique Cerrillo. A partir de este momento la visión del yacimiento varió sustancialmente. De hecho, el tetrapylon se contextualizó entre las ruinas y se interpretó desde otra perspectiva, se le consideró el centro de toda la trama viaria.
Luis Miguel Sánchez Benito, el tetrapylon de Capera.
Luis Miguel Sánchez Benito, recogiendo toda esta tradición en su ensayo El tetrapylon de Capera. Estudio y Reconstrucción a escala 1:10 en alabastro, se nos muestra como un viajero del Renacimiento que se siente atraído por la epigrafía y, como el veneciano Mariangello Accursio que se encargó de antigüedades hispanas por orden de Carlos I, reconstruye con exactitud este monumento a partir de unas premisas: ¿Quién lo construyó?, ¿Cuándo se construyó? y ¿Por qué se construyó? Cuestiones todas ellas que se despejan con la lectura de su libro al responder a todas estas preguntas a través de las edificaciones existentes, de la epigrafía y los principales documentos publicados hasta hoy. Una labor sin precedentes que debe tenerse presente desde ahora. Mi más cordial enhorabuena por seguir desentrañando el pasado de un municipium flavium siguiendo aquella descripción que en1550 hizo Gaspar de Castro: muchas muestras vi aquí de haber sido antiguamente pueblo señalado, aunque agora, sino son ciertas ventas, todo lo demás está poblado de encinas. Gracias por seguir empeñado en estudiar un monumento ubicado simbólicamente para diseñar una ciudad a modo de tabernáculo; un cuadrado donde aún se guardan las esencias y la memoria de Cáparra.
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