Iglesia de San Juan del Arrabal, Plasencia
San Juan del Arrabal es un edificio que data del siglo XIII. Su bóveda es de ladrillo y su estilo se encuadra en algunos principios del gótico, aunque su traza es románica. Se trata de un edificio de reducidas dimensiones, de una sola nave, con un gran ábside y una sacristía.
La iglesia, situada a la orilla del río Jerte, en el extremo de la Isla y relacionada con un conjunto de edificios que bordean la muralla (desde San Lázaro hasta la antigua ermita de Santiago -hoy Cristo de las Batallas- y pasando por la de San Miguel de la Cruz Dorada al lado del Convento de San Francisco), se construyó hacia 1240. Su promotor fue Don Domingo, segundo obispo de Plasencia. Es muy probable que su situación extramuros se deba al hecho de la participación de este obispo en la batalla de las Naves de Tolosa como símbolo de la defensa de las fronteras fluviales del reino de Castilla. En este sentido, su ubicación estuvo determinada para que sirviese de ejemplo: la marca hispánica se había corrido hacia el sur y el temor a las razzias disminuía la población al no querer asentarse en territorios hostigados permanentemente.
Desde su edificación se convirtió en el centro desde donde se propagó el fervor a la Virgen de Roqueamador, puesto que aquí estuvo la sede la Cofradía de esta devoción, la más antigua de la ciudad. Y desde aquí se extendió su culto a las tierras que abarca el arco que va de Almaraz a Valencia de Alcántara. Esta advocación se introdujo en la Península Ibérica por la influencia de los peregrinos a Santiago desde Francia a través de Navarra. Desde 1131, debido a la encomienda de la Orden de San Juan de Jerusalén, se propaga su culto.
En torno a este templo se levantó el barrio de Toledillo (hoy barrio de San Juan), donde se fijó la población morisca junto a los arrieros, a las prostitutas y los transeúntes. Contó este tiemplo con dos campanas, fundidas allí mismo en 1409, con nombres propios, Gervasio y Protasio, días en los que se fundieron. Fueron trasladas al santuario del Puerto y se les cambió el nombre por Cachorra y Leona. Se les denominó así atendiendo a sus dimensiones, a su acústica y a su función.
Fue la parroquia de Malpartida de Plasencia hasta el año de 1550 ya que este pueblo carecía de iglesia. Así, en 1551 se contrató a Pedro de Ezquerra para la realización de esta parroquia, y en su coro consta una inscripción de 1603 como finalización de la obra por parte de Juan Álvarez. Y a ello se unió la expulsión de los moriscos de España, en 1609 para que el edificio fuese prácticamente abandonado. En 1860 se hundió el tejado, y el obispado en vez de arreglarlo, vendió la iglesia.
Así pasó de ser una iglesia importante en la Historia de la ciudad, tal como lo demuestran los numerosos enterramientos con sus laudas que allí se produjeron, a un abandono progresivo. Sus lápidas sepulcrales sirvieron, por ejemplo, para acerar alguna de las calles céntricas de Plasencia, como la de Santa Ana. El más significativo de estos enterramientos fue el de D. Diego Gómez de Almaraz, conde de Oropesa, que prefirió, al igual que su adversario Monroy (que fue enterrado en San Nicolás, intramuros), llevar su intolerancia y su odio a la eternidad para no cruzarse. Ambos militaron en bandos opuestos de la Primera Guerra Civil Castellana.
Desde entonces sus usos han sido diversos, adaptándose a los tiempos. Tras su abandono en el siglo XVII. Durante la Guerra de la Independencia fue quemada por lo franceses la cercana iglesia de San Miguel, por lo que sus feligreses fueron añadidos a esta parroquia de San Juan. Pero, posteriormente, se sabe que fue una cochinera, en el mismo siglo XIX. En 1860 se hundió el tejado, y el obispado en vez de arreglarlo, vendió la iglesia. De esta manera, con los primeros impulsos modernizadores se convirtió en una de una fábrica de cerillas, después en un hospital y en siglo XX fue un almacén colonial hasta que, en los años setenta, el Ayuntamiento permutó el terreno de esta iglesia a sus propietarios por otro terreno municipal. El siglo XXI le ha deparado, siguiendo el curso de la Historia, algo mejor: ser un espacio para la creación y la juventud al transformarse en una factoría joven merced a los arquitectos Luis Acevedo y Antonio Holgado entre 2004 y 2006. La estructura eclesial sólo se conserva en su exterior, ya que su interior ha sido totalmente adaptado para poder practicar artes escénicas, gráficas, música o digital… conciertos o actividades dirigidas al público joven.
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