LUISA DE QUINTANA, UNA EMPRESARIA PLACENTINA DEL SIGLO XVII Y EL RETABLO MAYOR DE SANTO DOMINGO

(I)               

 MUJER Y EMPRESARIA

 

De la documentación que nos ha llegado de esta mujer vecina de Plasencia, cabe deducir que fue, sobre todo, una mujer empresaria, que tuvo que hacerse cargo de sus hijos cuando murió su marido, el pintor Miguel Martínez, así como también de su taller. Si bien es cierto que lo hizo para terminar las obras que su marido tenía comprometidas (la pintura de Santo Domingo de Plasencia y las de la iglesia de San Julián, también en la ciudad placentina).

 


 La muerte debió sorprender a Miguel Martínez en pleno proceso de ejecución de las pinturas del retablo mayor del convento placentino de Santo Domingo, de modo que Luisa de Quintana convino con la congregación en subcontratar lo que faltaba para hacer efectivo el cobro del total que se había estipulado con su marido. También sabemos que, estando en este proceso, Luisa de Quintana contrajo segundas nupcias con el escribano Antonio de Morales, lo que pone de manifiesto la importancia que la propia Quintana debía tener en la sociedad placentina de fines del siglo XVI. Como quiera que sea, debía ser una mujer nacida en el seno de un taller de artistas, ya que su hermano era también pintor, y estaba muy bien relacionada con todos los gremios que trabajaban en la ciudad a finales del siglo XVI.

 


Está claro que sí intervino decisivamente en la ejecución del retablo mayor de la iglesia de Santo Domingo a partir de 1591, año de la muerte d su marido el pintor Miguel Martínez, quien dejó tres tablas del programa iconográfico sin terminar. Luisa Quintana se puso al frente del encargo e hizo el traspaso a Juan Nieto de Mercado en noviembre de 1591. Esto nos está indicando cómo la heroicidad que tuvieron algunas mujeres con respecto al mundo artístico. En el caso de Luisa Quintana tuvo que hacerlo por ser regente de los bienes y tener la tutela de sus hijos[1]. Ella aparece como artista, quizá por una interpretación errónea del escribano al confundirla con su hermano Juan de Quintana, maestro de arte o, quizá, como era costumbre en esa época, asociar la profesión del marido a la de su esposa:

 

«…atento que Luisa de Quintana, biuda, muger que fue de Miguel Martínez, pintor, pedía e pide a Antonio de zeruera, su suegro, vezino desta çibdad, ducientos y sesenta e seis reales, y el dicho Antonio de zeruera se a concertado con la dicha Luisa de Quintana que le esquite lo susodicho que ansí le pide e le deue en pintura y obras de pintor, caday quando que la dicha Luisa de Quintana le llamare que haga alguna cosa…»[2].

 

 

Apenas hay datos de los artistas que se contrataron para el ensamblaje, la talla y las esculturas del retablo. Debieron terminar las obras hacia 1590. Fecha que contrastamos con los trabajos de dorado y estofado de la mano del placentino Miguel Martínez, quien cobró 3.650 ducados, según consta en la escritura que se pasó ante el escribano de la ciudad Blasco Gil. Al fallecer Miguel Martínez en 1591[3], Luisa Quintana, como mujer dcidida, se hizo cargo de la subcontrata y pidió al Juan Nieto de Mercado que se hiciera cargo por 220 ducados de «tres tableros... para que los pinte de la forma y manera quel dicho Myguel Martínez se obligó a los pintar», divididos en tres entregas. La primera de ellas tenía como condición la de ser una pintura del agrado del prior del convento. De no ser así se iría al prorrateo en los pagos.

 


Junto al encargo de Santo Domingo, Luisa de Quintana contó con Nieto de Mercado para la ejecución de «otros cinco tableros» de la iglesia de San Julián[4],  destruida en 1810 por las tropas francesas, «quel dicho Myguel Martínez tenya tomados a pintar a tasación», con plazo fijado el 15 de agosto de 1592. «y acabados se an de tasar y de lo que se tasare se an de dar las dos partes al dicho Juan Nyeto por su trabaxo»[5]. Es posible que Miguel Martínez no llegara nunca a comenzar la obra.

 



[1]              Con fecha de 24 de julio de 1591 se estableció la tutela de sus hijos menores a favor de su esposa, Luisa de Quintana: véase la biografía de Miguel Martínez. La escritura fue publicada en el trabajo de PESCADOR DEL HOYO, M.C. y DE DIEGO, N, El retablo de San Vicente de Plasencia, sus autores y noticia de otros pintores extremeños del siglo XVI, en «R.E.E.», T. XVIII (I), 1962, pp. 139 ss.

[2]              Ibidem., pp. 147 ss.

[3]              Ibidem., pp. 139 ss.

[4]              Esta iglesia estaba ubicada en las proximidades de la puerta Berrozana, en denominado El Berrocal, donde debió existir un barrio extramuros, y al lado de la casa de Martín Váez, regidor de la ciudad en el siglo XV, heredado con posterioridad por Diego Esteban de Carvajal, Comendador Castroverde de la Orden de Santiago. Enrique I donó al conde don Álvaro Núñez de Lara el lugar de Castroverde de Cerrato y luego lo donaría a la Orden de Santiago.

[5]              MATÍAS GIL, A. Las siete centurias de la ciudad de Alfonso VIII, Asociación Cultural Placentina Pedro de Trejo, Plasencia,1984, p. 136.

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