Hacia una nueva configuración urbana: Plasencia en los siglos XIX y XX.
(Segunda parte)
A principios del siglo XX, a partir de la propia dinámica placentina emprendida[1], se dio paso a la redacción del Plan de Ensanche de acuerdo con lo determinado en el Estatuto Municipal de 1924. Esto no detuvo que la tierra siguiese en manos de unos pocos terratenientes, generando un número cada vez mayor de jornaleros que se vieron obligados a emigrar. Incluso, a pesar de iniciativas como la de Máximo Sánchez Recio, que creó en 1909 la Agrupación Regional de Cultivadores del Pimiento, Industriales y Exportadores. O de la labor emprendida en 1911 por la Caja de Ahorros de Plasencia, bajo el patrocinio del obispo Francisco Jarrrín y Moro, cuyo fin no fue otro que dinamizar la economía de la ciudad y atraer sucursales bancarias e incentivar al empresariado local. Como ejemplo de este estímulo sirva también el nombre de Julián Serrano Herrero, generador de numerosos negocios, de industrias y planes en el terreno de la construcción. Un placentino perteneciente a la burguesía en 1907 incorporó el automóvil en sus calles, siendo pionera en España con la llegada de un Fiat de 16 caballos, traído por Fernando Sánchez Ocaña. La proliferación de automóviles fue rápida, y en 1921 las ordenanzas municipales incluyeron por primera vez normas relacionadas con el tráfico de vehículos mecánicos. Y esto vino acompañado, durante el primer cuarto de siglo, de un aumento de la población a un ritmo moderado, sobre todo teniendo en cuenta los efectos económicos de la I Guerra Mundial y las muertes ocasionadas por la gripe. Todo, merced, al protagonismo de esa burguesía pujante:
…la protagonista en buena medida de este cambio fue la burguesía, el grupo que era responsable de la tutela económica, social y política ciudadana. Su dominio como clase implicó la aparición de nuevas formas de vida social, surgiendo un espacio público moderno y distinguido donde proyectar su protagonismo. Aquí está el origen de buen número de locales de ocio y reunión, como cafés, teatros y casinos, plaza de toros y cines. En estos locales surgieron centros de opinión pública, como fenómeno social y político. También ella fue la responsable del florecimiento y difusión de la cultura a través de la prensa y las imprentas[2].
Un hecho destacable para la ciudad fue la labor de las mujeres de la calle Ancha, al frente de Isabel «La Cabrera», por atender a los soldados repatriados en trenes que venían enfermos y heridos de la Guerra de Cuba. Este gesto humanitario hizo que la regente María Cristina le concediese el título de «Muy Benéfica» mediante el real decreto de 15 de julio de 1901, sumándose a los dados por Alfonso VIII y los Reyes Católicos.
1. El Mercado de Abastos tras la reforma que se acometió durante la II República sobre el trazado original de Eduardo Merino Lacroix en 1895.
Cartel conmemorativo en el aniversario de la concesión del título de Muy Benéfica a la ciudad de Plasencia
La proclamación de la II República trajo consigo para la ciudad el aprovechamiento de las aguas de los ríos Jerte, Alagón y Tiétar, la construcción de embalses, la reforma total del mercado de abastos, la inauguración de la nueva carretera del Puerto y el nacimiento del Instituto Nacional de Bachillerato Gabriel y Galán. Sin embargo, en lo referente a la reforma agraria, apenas hubo cambios significativos a pesar de los enfrentamientos entre los políticos republicanos y la oligarquía local. La llegada de un nuevo régimen se produjo sin apenas altercados, a excepción del asesinato de dos funcionarios en la calle Talavera[3], Bartolomé Cano Suárez y Carlos Mora[4], y «sin trabas, ni impedimento de clase alguna», el alcalde, Ulpiano Muñoz, entregó bastón a Julio Durán como edil más votado.
Primer concesionario oficial de Ford en Plasencia.
Con el golpe militar de 1936, el comandante José Puente Ruiz fue nombrado el mayor responsable, en sustitución del alcalde democrático Miguel Cermeño, decretándose la ley marcial y pasándose a una represión indiscriminada que al no registrarse las penas capitales se desconoce el número de muertos[5]. Pero, sí hubo un hospital de retaguardia, llamado «Hospital de Sangre» y la merma poblacional por motivos bélicos conllevó una caída de la economía por la falta de mano de obra (cosechas sin recoger, las epidemias de aftas y peste porcina, la supresión de los mercados semanales o las inscripciones en el Padrón de Cédulas Personales para recibir la cartilla de racionamiento) y la exigencia de las cesiones militares a través de peticiones, suscripciones y donativos. Las secuelas se dejaron sentir al iniciarse la década de los años cuarenta, olvidándose la labor que emprendieron los alcaldes Julio Durán, Pedro Rabazo y Joaquín Rosado:
…las debilidades orgánicas se hicieron sentir y las enfermedades encontraron un terreno abonado para prender en unos organismos debilitados: las defunciones producidas por enfermedades relacionadas con la desnutrición fueron casi el 16% del total de muertes registradas ese año. A ellas habría que añadir otras causadas por morbos de tipo infeccioso (tuberculosis, meningitis, bronquitis y tosferina), que se acentuaban en periodos críticos.[6]
Antiguos
almacenes de lana en la antigua Corredera
Primer del Instituto Nacional de Bachillerato Gabriel y Galán durante la II República.
1. Ensanche del paseo de San Antón con casas unifamilares de la mano de Francisco Mirón en los primeros años de posguerra,( foto de Gloria F. Crespo Pererira).
La actividad industrial estuvo muy mermada, siendo la harina con los molinos en la ribera del Jerte, los jabones y ladrillos las principales fuentes de ingresos en la posguerra. Si bien, la construcción no mereció especial atención al haber estado la ciudad en la retaguardia en la guerra civil. Aunque, sí existieron obras importantes realizadas por los presos republicanos como la remodelación palacio del Marqués de la Constancia y la del Marqués de Mirabel, la Plaza de Toros, la construcción del Parque de los Pinos, el edifico historicista que determinó la remodelación del entronque de la plaza Mayor con la de San Esteban, la reforma de la fachada del Ayuntamiento o el ensanche iniciado en el paseo de San Antón con casas unifamilares de la mano de Francisco Mirón, características de las zonas suburbanas de otras ciudades, y seguido por el arquitecto municipal José María Pellón Vierna en el chalet-clínica del médico José Rodas.
[1] Véase, FLORES DEL MANZANO, F., Plasencia en el reinado de Alfonso XIII (1902-1931), ERE, Badajoz, 2014.
[2] SÁNCHEZ DE LA CALLE, J. A., «Historia de la educación en Plasencia desde la segunda mitad del siglo XIX a mediados del XX. El Instituto “Gabriel y Galán” en el setenta y cinco aniversario de su fundación (1933-2008)», en XXXVII Coloquios Históricos de Extremadura, Trujillo del 22 al 28 de septiembre de 2008, Asociación Cultural Coloquios Históricos de Extremadura, Cáceres, 2009.
[3] ANÓNIMO, «Mi ciudad llora», en El Faro de Extremadura, 18-IV-1931.
[4] En ABC, 15-IV-1931 en la edición de la mañana y en Hoy, 02-01-2021.
[5] Tan solo se tienen documentadas 101 víctimas y 8 más en bombardeos y explosiones esporádicos puesto que nunca fue frente de guerra.
[6] SÁNCHEZ DE LA CALLE, A.; SÁNCHEZ LEONATO, L.; SÁNCHEZ LEONATO, I., «La Guerra Civil en Plasencia: represión, economía y población», en https://chdetrujillo.com/la-guerra-civil-en-plasencia-represion-economia-y-poblacion/?pdf=8831 [consulta, 4 de enero de 2022]
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