RETABLO MAYOR DE LA IGLESIA DE SANTA MARÍA MAGDALENA DE OLIVENZA

 


 

 

Agradecer a ATELIER SAMTHIAGO

su magnifico trabajo y entrega dedicados

a la recuperación del legado portugués en España

 

El retablo mayor de la iglesia de Santa María Magdalena de Olivenza es una buena muestra del estilo barroco portugués desarrollado entre los siglos XVII y XVIII. Tiene un notable parecido con el retablo mayor de la iglesia de Santa María del Castillo, también en Olivenza.

Es un magnífico ejemplar encuadrado en el llamado estilo nacional de la época de Juan V de Portugal. Se trata de un barroco denominado roman à voussures (románico abocinado), que se desarrolló desde finales del siglo XVII hasta el primer tercio del siglo XVIII. Sin embargo, en Portugal hay una carencia de datos sobre los retablos y no existe un corpus o catálogo que establezca tipologías y cronologías.  De ello se quejó el profesor norteamericano Robert C. Smith al afirmar, en los años cincuenta del pasado siglo, que «la mayoría de los retablos continúan sin tener un autor y una fecha conocidos, los años de comienzos y finales de las fases sucesivas del desarrollo estilístico del arte de la talha dourada sólo puede ser establecida de forma muy amplia»[1]. No obstante, el profesor de la Universidad de Lisboa, Vítor Serrão, ha ido con sus investigaciones paliando algunas de esas carencias. En este sentido, no se conoce el autor por falta de datos. Pero, puede estar en el círculo de Manuel Francisco, artista lisboeta que trabajó hacia 1720 en Elvas.  

 


El retablo se concibe como un gran arco en el que se distinguen dos niveles. En el primer nivel se encuentra el espacio dedicado al sagrario y en el segundo nivel se ubica el camarín. Además de decorar la capilla mayor, exhibe, como es muy común en la retablística portuguesa, la exaltación de la Eucaristía al usar toda la estructura como expositor eucarístico o sacramental. Al tratarse de un retablo portugués, su concepción es compleja en su estructura al contar con diferentes planos y diversos materiales (madera, azulejos...)

 


El retablo obedece, por un lado, a un esquema arquitectónico muy concreto: un arco sobre columnas salomónicas distribuye todo el espacio en dos partes: el del sagrario y el del camarín. El retablo se concibe, de este modo, como un gran arco de comunicación con el camarín. Y las dos partes se complementan con la única finalidad de exaltar la Eucaristía, como demuestran las figuras que representan al pelícano, el sol, conchas o los racimos y hojas de vid que se tallan en todo el conjunto para simbolizar la muerte y resurrección de Jesús, la Eucaristía. Símbolos todos ellos que sujetan los niños telamones, como si fuesen atlantes (que sustituyen a las cariátides clásicas) al contraponerlos a las figuras femeninas que dan sentido a la lectura de todo el retablo.  

 


Y, por otro lado, el segundo nivel responde a un esquema litúrgico: la Eucaristía como eje vertebrador del conjunto, a lo que se suma la significación de las figuras femeninas de Marta y María Magdalena, hermanas de Lázaro, amigo de Cristo: dos personajes que rompen con la tradición judía en cuanto al papel de la mujer. así se encuentran en la parte del banco sustituyendo a los Padres de la Iglesia o a los Evangelistas. Todo el dogma se sustenta en este retablo de forma metafórica en la fe activa de Marta, la que cuida de la casa, la que organiza las tareas y jerarquiza la familia, y la fe contemplativa de María Magdalena, la pecadora, castigada y perdonada, la que trasmite el mensaje pascual. Un tema poco usual que se desarrolló con la Contrarreforma y fue recurrente en Italia con Caravaggio.

 


¿Por qué se recurre a estas figuras en un momento de cambios en la Iglesia? La casa de Lázaro estaba en Betania, cerca de Jerusalén, y cuando Cristo iba a Jerusalén se hospedaba en esta casa; un lugar que simboliza, por una parte, la calma, el reposo, la amistad y la confianza de Lázaro. Y, por otra parte, Marta ejemplifica la esperanza y María Magdalena la vanidad y la superficialidad reprochadas por Marta. Figuras que se repiten en la azulejería con el lavatorio por parte de María Magdalena quien seca con sus cabellos los pies de Cristo, representando la aflicción, la pena y el perdón, y Jesús en la casa de Marta, como símbolo del sosiego, del espacio humano, de la seguridad...

 


Finalmente, en las tablas laterales ubicadas encima de los azulejos se recurre ala Antiguo Testamento con dos escenas sobre la vida de Moisés, con la serpiente de bronce y el maná. Esto es, por un lado, la encarnación del pecado, el castigo y el perdón y, por otro lado, el pan de la vida, la prefigura de la Eucaristía que alivia la travesía por el desierto y nos da esperanza de vida.  

 


Toda una lección de arte, de liturgia y restauración resumido en un retablo recuperado por la Junta de Extremadura con la finalidad de ofrecernos la riqueza y variedad de su patrimonio.



[1] SMITH, Robert C., The portuguese woodcare retable, Belas Artes. Núm. 2, Lisboa.,1950, p.16.

 

 

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