CAPILLA DE SAN FULGENCIO O DE LA PURÍSIMA.

CATEDRAL A DE PLASENCIA


 

La capilla de la Purísima, conocida también como la de San Fulgencio, está adosada en uno de los costados del coro. Su restauración se ha  enmarcado en el Plan Director de la catedral de Plasencia puesto que ya se intervino en el propio coro y en la reja central.

Este espacio fue vendido por el Cabildo al propio Deán en 1640 por 1000 ducados de vellón (37,50 € cada ducado aprox.) a D. Fernando de Montemayor, quien autorizó construir un retablo y cerrar la estancia con sus escudos. Fue concebida como un joyel a tono con la portada quinientista que la enmarca.

 




Una vez construida y dorada la capilla, don Fernando de Montemayor procedió a contratar el retablo que tenía pensado. El armazón se divide en banco, cuer­po y ático, tres calles recorren el alzado de la obra. Columnas entorchadas de capitel compuesto separan las hornacinas de medio punto situadas en el cuerpo princi­pal. Este soporte sirve también para flan­quear el edículo central del ático, rematado en arco de medio punto ante la necesidad de adaptar el cierre del retablo al de la pro­pia capilla; en función de éste se acopla el ribete con el que se cierra la obra. Nada sabemos acerca del artista encargado de su arquitectura, tal vez vallisoletano si consideramos la procedencia del escultor con el que don Fernando concertó las tallas del retablo el 21 de abril de 1642: Juan María Castaño. En el contrato se estipuló la ejecución de las siguientes imágenes:

 


«Y los santos que se an de hager en el primero tergio del retablo en la caxa de en medio es una Nuestra Señora de la Conqeción con el manto tendido al modo de la ques-tá en la dicha santa yglesia en la capilla del altar mayor, sobre vn trono de serafines y la media luna a los pies, y en las cajas y nichos de los lados, a la mano derecha San Flujencio con su capa, mitra y báculo, y al de la mano hizquierda Santa Florentina bes-tida de monja con manga ancha y báculo en la mano. Y en el segundo y último cuer­po del retablo en la caxa pringipal de en medio Santo Domingo con su perro a los pies y hacha en la boca, y en la caja y nicho de la mano derecha San Francisco con un Cristo en las manos, y en la caja y nicho de la mano hizquierda San Antonio de Padua con su Niño Jesús sobre el libro».[1]

 


Las imágenes se ejecutaron en madera de nogal, «redondas y acabas por todas partes», y continúan en la actualidad en el mismo emplazamiento que se les asignó, a excepción de las dos esculturas proyectadas para las hornacinas laterales de ambos cuerpos: las del principal se dispusieron en el ático, y viceversa. La escultura que preside el retablo sigue el modelo que ejecutó Gregorio Fernández para el retablo de la Catedral, y es al que se ajustaría Castaño para hacer la Purísima. De igual suerte sucede con el resto de las tallas, todas elevadas sobre peanas decoradas con tornapuntas y gallones. Resalta de entre todas ellas la de Santo Domingo de Guzmán; la aparición de la Virgen del Rosario y el abrazo con San Francisco son ciclos aso­ciados a su iconografía que permiten justificar su inclusión en el retablo. Se flanquea de los patronos de la Diócesis. La policromía, dorado y estofado del retablo y esculturas corrieron a cargo del pintor Miguel González [2].

 





La fábrica de la reja de la encargaron—según el protocolo firma­do en Plasencia el 12 de diciembre de 1643— a los cerrajeros placentinos Andrés de Morera y Juan Rosado, que utilizaron los 12 balaustres y coronamiento. La policromó también Miguel González por su buen trabajo en el retablo. 

 


 



[1] Escribano Francisco Núñez, leg. 1845, 21 de abril de 1642, s.f.

[2] firmas:

Muro: “AÑO 1643 SE HIZO ESTE RETABLO

PEDRO BELLO ENSAMBLADOR

MIGUEL GONZALEZ PINTOR”

 

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