ERMITA DE LA SALUD
ERMITAS DE PLASENCIA (III)
Cuando se cumplen 300 años de la remodelación de la ermita de La Salud, hemos querido restaurar una serie de bienes muebles que integran el conjunto; un conjunto singular en la arquitectura barroca y en la decoración tanto barroca como rococó.
El santuario de La Salud es uno de los lugares sagrados más populares de la ciudad de Plasencia. Con toda probabilidad, la mayor parte del mobiliario que compone la ermita de La Salud sea un reajuste de la exclaustración de los Jesuitas que, tras salir de Plasencia en 1767, dispersaron todos sus bienes en distintos templos.
La ermita se construye sobre un arco del recinto amurallado, en la conocida puerta de Trujillo, aprovechando dos torreones que la flanquean. Su origen es medieval, al menos los espacios que ocupan las dos sacristías, aunque el edificio actual se debe a las obras acometidas y sufragadas por el pueblo desde el año 1721 hasta 1723 y a la labor de las mujeres que contribuyeron, de manera especial, al transportar el agua, la cal y las herramientas de albañilería necesarias. En 1725 fue bendecida el edificio y la imagen de la Virgen pasó de nuevo de la catedral a la ermita. Y en 1913, la Virgen fue trasladada, una vez más, a la iglesia de Santo Domingo, cuando se decoró y pintó la capilla y el exterior. Sin embargo, ya en el año 1718 se recaudaron 3.252 reales de los donativos que habían comenzado a reunirse, incluso unos años atrás, para fabricar la nueva capilla, que conforma un conjunto de gusto colonial con el Palacio Episcopal.
Pero, su origen hemos de ubicarlo en los llamados «humilladeros serranos», donde las novenas se hacían con oraciones o plegarias muy cortas repetidas constantemente, mientras se subían y bajaban las escaleras. Estas novenas se hacían a finales del mes de septiembre o principios de octubre con la rifa de un cerdo, una tradición que se ha mantenido a lo largo de los siglos en el llamado Ramo de la Salud desde 1726, aunque ya existía petitorios o suplicas desde 1624. Por otra parte, la sacristía denominada de los faroles por servir, originariamente, de guía y después por albergar la cruz de cristal a juego con los faroles que salían abriendo el Rosario de la Aurora, se convirtió en refugio de peregrinos cuando los hospitales de las entradas a Plasencia dejaron su función.
Se trata de un edificio de reducidas dimensiones, aunque la traza es ya clasicista, su cúpula cubre todo el espacio interior y se apoya sobre cuatro arcos sustentados por pilastras toscanas. El interior de la ermita se decora con abundantes elementos de estilo barroco, entre ellos un retablo que ocupa toda la parte frontal, encargado por el obispo D. Francisco Laso de la Vega en el año 1726 y presidido por la imagen titular, inicialmente conocida como Virgen de los Remedios hasta que a mediados del siglo XVII, en 1654, el Cabildo se lo cambió por el de Virgen de la Salud debido a los milagros obrados al sanar a los enfermos con el aceite de las lámparas que alumbraban la imagen. Una imagen de cantería datada en el siglo XVI y policromada en el XVIII, que al ser la primitiva patrona de Plasencia ocupa un lugar en la capilla de San Juan en la Catedral, igual que la Virgen del Puerto cuando baja a la ciudad (hoy podemos ver en esta capilla a la Virgen de Guadalupe que nada tiene que ver con la tradición).
El obispo D. Francisco Laso de la Vega y Córdoba ((1721-1728) como gran benefactor de la diócesis, y de la ciudad, a la par que mandó construir y dorar el retablo, también encargó el cuadro de José de Mera, pintado en 1723, con el tema de la conversión de San Francisco, al que se fueron sumando los de la Magdalena, la Adoración de los Reyes Magos y San Miguel. A mediados del siglo XVIII se incorporó el retablo crucifijo para que completara la advocación mariana del templo con un tema genuinamente cristológico.
En 1867 se redactaron los «Estatutos de la Devoción de Nuestra Señora de la Salud de Plasencia».
En su
interior podemos ver varias obras pictóricas y escultóricas que probablemente
se custodiaron en este lugar tras la exclaustración de los Jesuitas placentinos.
Dentro de estos bienes, el púlpito, realizado ex profeso para el nuevo espacio
creado dadas sus dimensiones, puede fecharse en el segundo tercio del siglo
XVIII, recogiendo todo el ideario inmaculista de la monarquía española.
Pensemos que la celebración de la Inmaculada fue fiesta de guardar en todo el
Im
perio desde 1644 y se declaró fiesta en toda la Iglesia en 1708 por orden del
Clemente XI. Clemente XIII remite en 1760 la bula Quantum
Ornamenti, proclamando a la
Inmaculada patrona principal de España e Indias.
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