Los paisajes olvidados en la cuenca del Tajo (II)
Plasencia fue la encargada de reorganizar todo el territorio hasta el río Tajo. De esta forma, la ciudad se convirtió en un concejo de frontera con el ánimo de repoblar una zona deshabitada, las tierras de Tajo, y de atajar el proceso de señorialización y de usurpaciones concejiles a las que estaba sometido todo el territorio. Es esta la época, 1188, en la que el cabildo se lanzó a la conquista definitiva de la marca del Tajo y de cuantos bienes hubiese tras su paso (Julio González 1986)[1].
Paralelamente, Desde la creación en 1273 del Honrado Concejo de la Mesta hasta su decadencia en el XVIII y extinción decimonónica, esta zona se convertió en corredor neurálgico de trashumancia (práctica tradicional en el manejo y movimiento del ganado a través de vías pecuarias en busca de pastos de invierno (defessas) y de verano (serranías) entre Andalucía y Castilla, al estar atravesado el territorio por la Cañada Real Trujillana, sobre la cual en trazos generales montará la antigua carretera C-524, actual EX-208 de Trujillo a Plasencia. La importancia de este hecho se constata en el levantamiento del puente del Cardenal, uno de los primeros que se construyeron en el Tajo desde época romana, para evitar la utilización de las peligrosas barcas, agilizando el comercio de mercancías y ganados a través de la Cañada Real, lo que propiciaría el bandolerismo. La importancia estratégica de este corredor de Monfragüe en la comunicación Sur-Norte, entre Trujillo y Plasencia, se puso de manifiesto en el siglo XVIII. Despoblación, bandolerismo y bandidaje convirtieron estos parajes en muy peligrosos para el tránsito de personas, ganados y mercancías entre la Sierra de las Corchuelas y el puerto de la Serrana, en el camino de herradura entre Andalucía y las Castillas.
Al sur del Tajo, unido a este paisaje que se está formando, se encuentra Trujillo, que no fue hasta la dominación musulmana un enclave significativo en el territorio. La ciudad definió su territorio, estableciéndose los límites naturales de los ríos Almonte, Guadiana y Tamuja. El alfoz de de la ciudad integró en su territorio núcleos sobre las que aquel ejercerá el señorío. Pero la repoblación prefirió asentarse en tierras meridionales y productivas o en poblaciones del propio alfoz, como Garciaz, Berzocana, Cañamero o Logrosán, alejadas de Trujillo. Ante esta situación, las tierras del alfoz trujillano quedarán en poder del propio concejo, convirtiéndose en una oligarquía urbana que va a marcar uno de los factores socioeconómicos fundamentales para entender el paisaje arquitectónico-urbanístico con el que Trujillo y su entorno ha llegado hoy. Por otra parte, la importancia de este hecho trajo consecuencias que para la ciudad de los siglos XIX y XX tendrá el proceso desamortizador del siglo XIX y la influencia del mismo en la renovación de todo el paisaje (Francisco Sanz 2009)[2].
Ante esta situación, la de conectar Plasencia y Trujillo, Carlos III ordenó fundar en 1781 la aldea de Villarreal de San Carlos, dentro del proyecto de repoblación ilustrada y nuevas fundaciones sobre itinerarios estratégicos que eran hostigados por el bandolerismo. Se dotó de una pequeña guarnición militar al tratarse de un paisaje escabroso y despoblado. Así lo constata Antonio Ponz en su Viage de España cuando afirma: «… llegan las dehesas hasta el famoso puerto de La Serrana, sin quedar más en aquel paso que el riesgo de perder los pasajeros el dinero y la vida a manos de los salteadores…» El 20 de abril de 1792, Josef Prieto, sargento retirado, realiza una descripción de Villarreal de San Carlos para el Cuestionario-Interrogatorio de Tomás López, Geógrafo de los dominios de su Majestad de 1798 en los siguientes términos:
En 1792 contaba con seis vecinos, en tres casas y una posada que forman calle atravesada por el Camino Real. Cuenta con iglesia. Dependía de Plasencia, cabeza de partido y vicaría, de la que distaba cinco leguas. Está atravesada por los ríos Tajo y Tiétar, que confluye en el primero (Tomás López 1798: 346-356).[3]
Tras este periodo ilustrado, y después del poder ejercido por la Iglesia y los grandes propietarios en época barroca, la Guerra de la Independencia no supuso más que destrucciones materiales, a tenor de los saqueos, de la política de tierra quemada en el Tajo,
cortando comunicaciones, puentes, destruyendo obras de arte, edificios religiosos, cosechas y ganados, pozos y manantiales…El puente de Alcántara, el de Almaraz o el fuerte de Miravete así lo constatan. Pero la influencia francesa marcó las políticas que condujeron a la abolición del régimen señorial y a los procesos desamortizadores con la aparición, paradójicamente, de la figura del cacique. El paisaje del Tajo de nuevo se vio transformado:
La disolución del régimen señorial y la llegada del liberalismo habían dejado patente la existencia de dos tipos de nobleza. Por un lado, aquellas casas nobiliarias más vinculadas a su posición hegemónica durante el Antiguo Régimen que pronto sufrieron la crisis de sus patrimonios con la consolidación del liberalismo. Y, por otro lado, una nueva nobleza, más dinámica en lo económico, y cuya mirada se centraba más en el propio siglo XIX, que en centurias pasadas. Su patrimonio no obedecía estrictamente a su pasado señorial. Por el contrario, numerosas casas nobiliarias habían construido su patrimonio desde el siglo XVIII en un proceso que nada tenía que ver con el recreado mundo feudal. En realidad, mostraban una clara mentalidad capitalista… (Miguel Ángel Naranjo Sanguino et al. 2013)[4]
[1] MIGUEL ÁNGEL NARANJO SANGUINO et aliem, «La propiedad de la tierra en la Extremadura d el siglo XIX: Estado de la cuestión», en Revista de Estudios Extremeños, 2013, Tomo LXIX, Número I, pp. 23-94.
[2] Véase GÓNZALEZ, J., Reinado y Diplomas de Fernando III, Publicaciones del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba, Córdoba, 1986.
[3] SANZ FERNÁNDEZ, F., Paisaje, percepciones y miradas urbanas de una ciudad del Renacimiento, Junta de Extremadura, Badajoz, 2009.
[4] Véase, Cuestionario-Interrogatorio de Tomás López, Geógrafo de los dominios de su Majestad , 1798. PLASENCIA en el Interrogatorio de Thomás López En: Estremadura por López año de 1798 - Mérida: Asamblea de Extremadura, 1991. p. 346-356
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