1. PLASENCIA, UNA CIUDAD EN
TRÁNSITO (II)
Plasencia antes de Plasencia.
Iglesia de la Magadalena
Antes de la configuración y su momento de esplendor, existen restos arqueológicos que precedieron a su creación. Los primeros restos encontrados en la ciudad de Plasencia se encuadran en el Paleolítico, en el entorno de la zona de Miralvalle. Pero deben los valles del Alagón y del Jerte, partes del término municipal de Plasencia donde se encuentran materiales desde el Paleolítico Inferior estudiado por el profesor Manuel Santonja Gómez[1] y Mª Ángeles Querol. De hecho, durante la construcción de la autovía Ruta de Plata han aflorado nuevos materiales líticos de esta época histórica[2]. Los más próximos a la ciudadfueron encontrados en el yacimiento denominado Abrigo de Boquique, en una de las laderas de la dehesa de Valcorchero. Entre los útiles hallados destacaban los de material cerámico, identificados por Juan Cabré en 1929, cuando publicó su estudio sobre la cerámica en la época del Bronce en la Península Ibérica con la técnica de «punta en raya», una técnica cuyas primeras investigaciones ya fueron publicadas por Vicente Paredes Guillén en su obra Historia de los tramontanos celtíberos en 1873, si bien la cerámica de esta cueva se populariza gracias una publicación de Pere Bosch i Gimpera en 1920 en El neolitic i eneolitic de Catalunya: la cova de Boquique a Plasencia y la defensa de Joan Maluquer al mediar la década de los años cincuenta:
En 1920, Pedro Bosch Gimpera daba a conocer un lote de cerámica prehistórica de gran interés, procedente de una localidad extremeña próxima a Plasencia (Cáceres), la llamada «cueva del Boquique». Se trataba de un lote poco numeroso de fragmentos cerámicos, que presentaban una técnica decorativa que hasta aquel momento no había sido individualizada en el registro arqueológico conocido de cerámicas antiguas españolas. Este procedimiento consistía en que el trazado de las incisiones se efectuaba sobre la superficie blanda del vaso antes de su cocción, no mediante líneas seguidas, sino por rayas en cuyo fondo aparecían una serie de hoyuelos, es decir, por punzón o estilete una técnica que más adelante se denominará de punto en raya, como si al arrastrar el sobre la superficie, de modo sucesivo se hubiera rehundido para crear voluntariamente una raya de sección longitudinal irregular.[3]
La datación de estas piezas arqueológicas ha variado desde el Neolítico hasta el Bronce Final y principios del Hierro, y hoy se adscriben a la Edad del Bronce, como evolución de la cultura del Manzanares, según Cleofé Rivero y Manuela Barthélemy en Los orígenes de los pueblos hispánicos. Prehistoria y Protohistoria de Extremadura (1978)[4]. O asociadas a las técnicas del campaniforme tipo Ciempozuelos, inexistente en Extremadura, con la superficie espatulada y una decoración geométrica incisa de surcos muy finos y profundos.
Al otro lado del Jerte, y frente al yacimiento de Boquique, existe otro denominado el Castro de El Berrocalillo o del «Alcornoque Solitario», entre la carretera de Montehermoso y la actual Autovía Ruta de la Plata, a tres kilómetros del centro urbano de Plasencia, con cerámica semejante a la obtenida en las capas medias y superior de Boquique. Almagro Gorbea fija su cronología en la Edad del Hierro, entre los siglo IV y III a. C[5]. El río Jerte actúa en este yacimiento como flanco de protección para el desarrollo de un urbanismo irregular al tenerse que adaptar a la topografía, aunque es poco conocido por los escasos restos existentes. No obstante, quedan vestigios de una cerámica tosca y de tonos anaranjados y marrones, y todo el conjunto obedece a un patrón de lugar fortificado, de altura media y de planta triangular para controlar el territorio, con una muralla formada por lienzos rectos y una puerta retranqueada formando un pasillo. En el siglo III evolucionó hacia un oppidum de sesenta y una hectáreas y media, hacia un centro nodal que poseyó un mayor desarrollo urbanístico, con una jerarquización más compleja que se abandonó en el siglo II al ubicarse el asentamiento en una zona más elevada aprovechando uno de los paramentos amurallados del antiguo lugar. El nuevo oppidum contó con cuatro puertas.
2. Los contactos y relaciones entre estos dos yacimientos, el de Boquique y El Berrocalillo, se establecieron con toda probabilidad a través del promontorio donde se sitúa la actual Plasencia, ya que es el único camino que conduce al paso del río donde era vadeable, por lo que se presupone que hubo un asentamiento similar, aunque quizá de menor entidad al de ambos núcleos.
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Por otra parte, adentrándonos en el Valle del Jerte se ubicó la denominada Citania de los Riscos de Villavieja, un ejemplo de los pobladores célticos en el norte de Extremadura, provenientes de los llanos entre el Tajo y el Guadiana o del Alentejo. Un enclave con construcciones circulares y tres puertas que hizo las veces de atalaya en la meseta existente en la Sierra de San Bernabé para controlar las tierras de La Vera, el Valle y la zona de Malpartida de Plasencia: «La existencia de fortificaciones, en especial de piedra como mejor adaptación a su entorno, puede ser una tendencia general de estos poblados explicable como consecuencia, en última instancia, de la nueva organización socio-económica del territorio»[6]. De esta manera, con la llegada de los pueblos indoeuropeos se introducen una serie de tradiciones culturales relacionadas con los «campos de urnas», uno de cuyos asentamientos estuvo en el recinto urbano de la propia ciudad de Plasencia, en el entorno de la parroquia de San Pedro; centro que fueron despoblándose lentamente:
…durante el Hierro Inicial se aprecia un paulatino abandono de los lugares en alto en favor de sitios camuflados en el paisaje que buscan las márgenes escarpadas de los ríos; ello les asegura también una buena defensa natural, pero acarrea una notoria pérdida de control visual sobre el terreno circundante proceso que continúa durante el Hierro II porque gran parte de ellos se asientan en puntos de menor altitud que la penillanura, aunque se observa de forma paralela un reforzamiento de la arquitectura defensiva. En el siglo 1 d. C. los castros se han abandonado y surgen en los terrenos más llanos asentamientos rurales romanos sin ningún tipo de preocupación defensiva y de clara vocación agrícola, que responden a una estrategia de ocupación del espacio muy diferente a la que había caracterizado a la Edad del Hierro.[7]
Es en este momento, cuando la población se asienta en tierras más bajas, se inicia el debate sobre la mítica Ambroz, término que ya se menciona en el Privilegio Fundacional que Alfonso VIII otorgó a la ciudad: «in loco qui antiquius vocabatur Ambroz urbem edificio cui Placentia, ut Deo placeat et hominibus, nomem imposui»[8]. En el siglo XVII, Fray Alonso, en su intención de vincular los orígenes de la ciudad a los tiempos mítico-clásicos, habla del solar de Plasencia en el que «antiguamente estuvo una gran ciudad de griegos, llamada Ambracia, fundada por gente de Macedonia y Ambracia, que le pusieron el mismo nombre que tenía la ciudad de donde ellos partieron»[9]. Su deducción tiene su origen en dos inscripciones existente. La primera se halla en la calle del Rey, donde se lee «Pagus Ambriacensis», y la asegunda en Cáparra con las palabras «Saltus Ambriacensis»[10]. De esta manera identifica el lugar de la ciudad con la antigua Ambroz, que se correspondería con el término Ambracia. Pacual Madoz, en su Diccionario, cuando describe el término del lugar, y en desacuerdo con Fray Alonso, señala Ambracia en Adeanueva del Camino y separa los términos Ambroz y Ambracia basándose en los estudios de Miguel Cortés y López en el tomo III de su Diccionario Geográfico e Histórico de la España Antigua y de Juan Francisco de Masdeu en el volumen XIX de Historia crítica de España, y de la cultura española. En cuanto a los cronistas de la ciudad anteriores a Fray Alonso, ninguno menciona las inscripciones lapidarias, ni Luis de Toro ni Francisco de Coria.
Así pues, las teorías sobre el primer asentamiento son múltiples, desde su origen griego o romano, como defendió Luis de Toro, hasta su procedencia musulmana, tal como afirmaron Alejandro Matías o José Luis Rodríguez Peña. Sea como fuere, el núcleo primitivo fue conquistado en 1178 y era conocido como Ambroz; un lugar fronterizo que garantizaba un estatus territorial y un impedimento para cualquier frente que se abriese entre las tierras del Duero y el Tajo entre castellanos, leoneses y musulmanes.
Dentro de esta polémica también cabe mencionar al jesuita Jerónimo Román de la Higuera, quien en Historia del Colegio de Santa Anna y San Vicente martir, de la Compañía de Jesús que fundó el Ilustrísimo y Reverendissimo Señor D. Gutierre de Carvajal, obispo de la misma ciudad y en la edición anotada del Itinerarium Antonini Pii, considera que los antiguos pobladores de Plasencia fueron vetones y fija claras diferencias entre Cáparra y lo que después sería Plasencia. Aunque, dada su mala fama de historiador, hemos de tomar esta referencia como un «falso cronicón», que solo trata de sumar noticias que ilustraran la historia religiosa de la España antigua, como refiere Javier Burrieza Sánchez. Jerónimo de la Higuera aporta en sus escritos «noticias de sus propias fuentes o de otros eruditos, haciendo surgir una serie de tradiciones sobre los orígenes de ciudades, iglesias y monasterios»[11]. De hecho, los historiadores latinos Estrabón, Pomponio Melo, Plinio y Ptolomeo nunca mencionaron los topónimos Ambroz o Ambracia; si ubicaron Cáparra Ptolomeo y Plinio. Tampoco es mencionada Ambracia en el Itinerario de Antonino Augusto del siglo III, al señalar la vía de la Plata en el Iter ab Emerita Asturicam. Pero se tiene conocimiento de una vía secundaria que partía en la mansio Rusticiana para seguir a lo largo del valle del Tiétar, y de ahí se desprendía otro ramal hacia el norte que pasaba por Ambroz, en dirección norte hacia el Valle del Jerte:
La vía de la Plata es la ruta más importante, pero aparece acompañada por otras dos vías subsidiarias que gozaron también de cierta relevancia. En sentido paralelo discurre la Calzada del Valle del Jerte de la que se conserva un tramo en el puerto de Tonavacas y se dirige a Barco de Avila. Parte de Rusticiana y aprovecha en su recorrido un claro accidente tectónico que le proporciona cotas mínimas de tan sólo 500 m.[12]
Es, pues, a partir de la época Imperial cuando la llegada de inmigrantes de distintas partes de Hispania se afincan en la actual provincia de Cáceres, atraídos por las posibilidades comerciales que brindaban los núcleos asentados a lo largo de la vía de la Plata, como eran Cápera, Norba, Túrmulos, Rusticiana y ad Sorores y por las fértiles tierras y abundante ganadería del Ager Norbensis, Caurium, Turgalium, Augustobriga y villas circundantes, potenciando el lugar donde se fundó Plasencia:
Una vez conseguida, la paz romana, con la declaración de César Augusto, la seguridad de las vías de comunicación favoreció el comercio. Esta prosperidad económica se vio reflejada en las ciudades que aumentaron su población y embellecieron sus edificios. Dado la ubicación de Cáparra como cruce de caminos y junto a un río, ofrecía grandes extensiones para la ganadería y la siembra de grano, así como, unas vegas muy fértiles a poca distancia, que serían de aliciente necesario para que se establecieran los habitantes de los poblados de los alrededores.[13]
A partir del siglo III comienzan las invasiones de francos y alamanes. Continúan en el siglo V las invasiones de los suevos y hérulos, hasta la llegada de los visigodos, hacia el 472, al mando de Eurico. En las recientes excavaciones llevadas a cabo en la iglesia de la Magdalena, se ha descubierto que el ábside principal está delimitando otro más antiguo y pequeño fechado posiblemente en época visigoda e incluso paleocristiana.
Sin duda, los musulmanes debieron de instalarse en Plasencia habida cuenta de su enclave estratégico como cruce de caminos, alguno de los cuales tiene origen musulmán. La existencia de una atalaya de vigilancia estaría justificada por la implantación de una guarnición reducida de monjes-soldados, semejante a la de Monfragüe, que vigilaban los movimientos fluctuantes de los repobladores cristianos, afirmación que entraría en consonancia con Francisco de Coria cuando comenta los tiempos de la conquista del solar de la ciudad por Alfonso VIII en los que «no avía de presente población ninguna ni tampoco la avia avido de antes sino tan solamente una torre o atalaya».
La existencia de población árabe en la Plasencia prealfonsina ha quedado reafirmada con las excavaciones llevadas a cabo tanto en el enclave de la antigua Mota, después solar de la judería vieja y del convento de Santo Domingo, como en el Rincón de la Magdalena, enclave cercano al anterior y que posiblemente formaba parte del mismo núcleo poblacional.
A pesar de los asentamientos de origen céltico que hubieron de existir en el solar placentino y sus inmediaciones, denominado como región de Ambrasco, y cuyo centro de mayor importancia fue el de Ambroz, ya nombrado en el fuero fundacional de Plasencia. Sobre esta cuestión se ha lanzado distintas teorías acerca de los primeros pobladores: unos hablan de un origen griego, otros de un núcleo romano y otros de habitantes musulmanes que se establecieron enviviaAmbroz, un castillo o, quizá, una fortaleza fundada por Obeida-Ven Amza en la segunda mitad del siglo VIII. Sea como fuere, en el año 1178 el rey castellano Alfonso VIII arrebató a los musulmanes este enclave situado, por un lado, en lo que se conoce como La Mota y por otro en el alto de San Antón, y reconquistado de nuevo entre 1196 y 1197, donde se erigió un nuevo alcázar o fortaleza. José Benavides Checa lo resumía de esta manera:
…se dice que D. Alonso la edificó en la frontera del reino, y quiso mesa obispal, donde antes se veia una aldea llamada Ambruz y muda esta nombre en el de Plasencia, para pronosticar que seria agradable y daria placer á los santos y á los hombres.[14]
Una aldea que llegó a ostentar cierta importancia como centro neurálgico de la zona y Alfonso VIII recuperó comenzando su fortificación y cambiando, según la transcripción del maestroescuela Juan Correa y Roldán en 1579 del privilegio fundacional, el nombre de Ambroz por Plasencia: «El caserío nunca alcanzó mucho auge… hasta que Alfonso VIII la conquistó definitivamente y allí edificó Plasencia»[15].
[1] SANTONJA, M., El yacimiento achelense de El Sartalejo (Valle del Alagón, Cáceres). Estudio preliminar, en Series de Arqueología, Universidad de Extremadura, 1985, 1-109.
[2] MATESANZ, P. «Excavación arqueológica yacimiento nº2. Plasencia Sur-Cañaveral Este», Extremadura Arqueológica X, Junta de Extremadura, Mérida, 2006, pp. 75 y ss.
[3] MALUQUER, J., «La técnica de incrustación del Boquique y la dualidad de tradiciones cerámicas en la Meseta durante la Edad del Hierro», Zephyrvs, núm. 7, 1956.
[4] Véase, RIVERO DE LA HIGUERA, C., «Materiales Inéditos de la Cueva de Boquique. Datos para una Nueva Sistematización de la Edad del Bronce en Extremadura», Zephyrus: Revista de prehistoria y arqueología, núm. 23-24, 1972-1973.
[5] ALMAGRO GORBEA, M.: «El Bronce Final y el periodo Orientalizante en Extremadura», B.P.H., XIV, C.S.I.C., 1977.
[6] MARTÍN ALMAGRO-GORBEA, M., «Los campos de urnas en la Meseta», Zephyrus: Revista de prehistoria y arqueología, núm. 39-40, 1986-1987.
[7] MARTIN BRAVO, A. M., Las sociedades de la Edad del Hierro en la Alta Extremadura, Tesis Doctoral, Facultad de Geografía e Historia Departamento de Prehistoria, Universidad Complutense de Madrid, 1995.
[8] Alfonso VIII, el 12 de junio de 1186, firma su último documento en la ciudad de Ambroz: Facta carta apud civitatem Ambrosiam, in diebus fundationis ejusdem urbis, y a partir del 4 de diciembre del mismo año empieza y continúa firmando en Plasencia: Facta carta apud Placentiam.
[9] FRAY ALONSO FERNÁNDEZ, Historia y Anales de la ciudad y obispado de Plasencia, capítulo II, «Fundamento y conjeturas, que los primeros pobladores deste sitio vinieron de Grecia», Juan González, Madrid, 1627, p. 6.
[10] MASDEU, J. F. Historia crítica de España, y de la cultura española, v. XIX, Imprenta de Sancha, Madrid, 1800, p. 679.
[11] https://dbe.rah.es/biografias/12028/jeronimo-roman-de-la-higuera [consulta, 15 de septiembre, 2021].
[12] HABA QUIRÓS, S. Y RODRIGO LÓPEZ, V., «La vía de la Plata entre las mansiones Rusticiana y Caecilius Vicus: la calzada en relación con el asentamiento», en Simposio sobre la red viaria en la Hispania romana, Institución Fernando el Católico, núm. 11-12, 1990- 1991.
[13] RÍO-MIRANDA ALCÓN, J., La ciudad romana de Cáparra, Ulzama Ediciones, Pamplona, 2010, pp. 25-26.
[14] BENAVIDES CHECA, J., Prelados placentinos: notas para sus biografías y para la historia documental de la Santa Iglesia Catedral y ciudad de Plasencia, Ayuntamiento de Plasencia, Plasencia, 1999.
[15] SENDÍN BLÁZAQUEZ, J., Plasencia. Historia y Leyenda, Fresal, Bilbao, 1996, p. 23.
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