EL CINEMATROGRÁFICO DE DON BENITO
Se trata de un edificio singular, un ejemplar de la arquitectura del hierro aplicado a la idea escénica en España, de la que se pueden contar con los dedos de la mano los existentes de esta época. El hierro se usó en una época concreta (el hormigón tomaría su relevo) y se aplicó en las obras de ingeniería (puentes y viaductos, por ejemplo), en el mobiliario urbano (farolas o quioscos), siendo más raro su aplicación arquitectónica (tenemos esta aplicación en tipologías concretas, como las estaciones de trenes, circos, mercados y unos pocos teatros ya). Y también asistimos al derribo de la casa del “maestro Adulfo”, en la Avenida de la Constitución, del mismo autor que el teatro, Félix González, donde se utilizó por primera vez en esta zona las vigas de hierro en los forjados para racionalizar el espacio. Otra pérdida de esa identidad pretendida hoy, otra ausencia de sensibilidad de la que nadie protegió, nadie de los que hoy se alzan como defensores de cierta identidad. Sólo digo que este tipo de arquitectura, hoy, se protege en casi todo el país como si fuera oro en paño. Por no decir en países, como Austria, Bélgica, Francia, Holanda, República Checa o Alemania. Y con estas referencias, nacionales y europeas, me cabe la pregunta de ¿dónde nos situamos nosotros a la hora de proteger este patrimonio?. La respuesta es fácil: en el furgón de cola.
Cinco consideraciones tengo que hacer a este respecto; considraciones que son históricas, artísticas y sociológica.s Cinco consideraciones que conforman lo que se entiende por patrimonio e identidad:
1. La remodelación en el interior de las ciudades españolas siguió durante todo el siglo XIX el modelo ilustrado que potenció la burguesía. Un elemento fundamental en esta concepción urbanística fueron las plazas y sus anexos. En ellas se ubicaron los edificios públicos, como en nuestro caso el teatro. Todas las ciudades importantes de España y Europa construyeron este tipo de inmuebles desde mediados del siglo XIX. Don Benito, afortunadamente, no fue una excepción, aplicó un modelo en la arquitectura que superó a finales del siglo XIX al neoclasicismo imperante en España. Esto nos remite a la significativa pujanza de una burguesía próspera que quiso organizar su entorno con edificios modernistas, eclécticos o racionalistas. Hoy casi todos desaparecidos. La catedrática Lozano Bartolozzi y la profesora Cruz Villalón, en su libro publicado por la Asamblea de Extremadura en 1995, hacen referencia a ello.
2. Sin buscar excesivamente en manuales de historia del arte, acudiendo a manuales al uso, el teatro del Hospicio constituye un ejemplo dentro del empleo de aquellos nuevos materiales en la arquitectura. Era uno de los espacios escénicos más antiguos de Extremadura que definían perfectamente un tiempo histórico que, según los historiadores y urbanistas, tuvo gran trascendencia. En el libro (que el alcalde debía conocer muy bien, publicado por la Asamblea de Extremadura en 1995), La arquitectura de Cáceres y Badajoz. Del eclecticismo fin de siglo al racionalismo (1890-194), de la catedrática María del Mar Lozano Bartolozzi y de la Profesora de la Uex María Cruz Villalón, así se expresa: las remodelaciones urbanísticas y la construcción de edificios se prolongaron hasta bien entrado el siglo XX, dándonos idea de la pujanza social y económica de la ciudad. Todo este discurso, si se hubiera tenido voluntad, se ha desplegado muy recientemente en unas jornadas en el mes de marzo en Almendralejo, donde durante tres días se han reunido los especialistas de toda España y Portugal en espacios escénicos, y donde se ha debatido precisamente este teatro.
3. El Cinematográfico, siguiendo la tradición del uso del hierro (como son los casos de La Comedia o el Circo Price en Madrid, o el Obdulia de Gijón), tuvo muy presente a la hora de construirse todas las visuales espaciales, el ahorrar tiempo para su levantamiento y la conjugación de nuevos materiales y manpostería para crear un tipo de arquitectura híbrida, característica de ese momento. Así, pues, desde el punto de vista arquitectónico era un buen ejemplar, de los que ya casi no quedan. Además guardaba unas proporciones matemáticas exactas.
4. Desde el punto de vista sociológico, el Teatro del Hospicio recogió toda la memora dombenitense de los primeros años del siglo XX. Por allí paso todo, desde las compañías de teatro de la época, mítines o circo. Fue el lugar de reunión por excelencia, y lo fue hasta tal punto que la geste iba a calentarse durante el invierno, puesto que disponía de un sistema de calefacción de aire caliente que se metía en todas las columnas huecas del edificio.
5. Finalmente, el Teatro iba más allá del propio teatro. En él se encontraban los muros del Hospital del siglo XVI, las reformas de los siglos XVII y XVIII, parte del convento franciscano observantes (el Orfanato), el impulso de la burguesía al iniciarse el siglo XX o el paso de la guerra civil con su búnker. Estos vestigios se encontraban protegidos por el entorno de un BIC, el de la Iglesia de Santiago, y la idea expresada por parte de las dos administraciones, la autonómica y la local, era conservarlo a toda costa por ser un referente histórico y artístico. Evidentemente, no ha sido así, como no lo ha sido con la mayoría de los edificios de esa época; edificios que daban personalidad a la ciudad que desaparecen con cierta ligereza dejando a Don Benito sin lo que hubiera sido un casco histórico modernista de primer orden. Así ¿no tienen el mismo valor el teatro que el mercado, el matadero, la harinera..? Todos configuran un conjunto que debe preservarse y dejarnos de tanta fanfarria burda.
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