CUANDO LA HISTORIA SE VA DESDIBUJANDO:  LA MALTRATADA PUERTA DE TALAVERA

(VII)

LA ERMITA DE SAN MIGUEL 

 Imagen en blanco y negro de una casa

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En el antiguo Paseo del Caño Soso se ubicaba la ermita de San Miguel de la Cruz Dorada. Pero antes de ver qué significó la fuente que dio nombre a ese tramo urbano, nos encontramos a la salida de la Puerta de Talavera, frente a los que fue Santa Catalina del Arenal y el convento franciscano, la ermita de San Miguel, llamada de la Cruz Dorada por situarse en su entorno. Formaba parte del primitivo barrio de San Miguel, y estuvo en consonancia con las otras ermitas que se construyeron en las puertas principales de la ciudad: la de Santo Tomé en la de Trujillo, la de Santiago (hoy Cristo de las Batallas) junto a Santa Elena en la del Sol, la de San Antón entre la Fortaleza y la torre Lucía, la de San Julián en la de Berrozana, la de San Lázaro en la de Coria y la misma de San Miguel en La Puerta Talavera. Cada una de estas edificaciones estuvo relacionada con servicios muy concretos.

  

 

Ermita de Santo Tomé 

 

 

 

 Convento de  San Miguel, junto al  Hospital de San Roque en la Puerta del Sol

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En el caso de San Miguel, el inmueble se levantó en 1493 y en el plano de Luis de Toro ya aparece significado como convento. No hay que confundirlo con los descalzos que se establecieron en el nuevo cenobio de San Miguel, extramuros, al noroeste de la Puerta del Sol en lo que hoy es la Plaza del Obispo Amadeo. Un convento fundado en 1568 y activo desde 1641 y, por lo tanto, no se registra en el plano de Luis de Toro. Sin embargo, la ermita de San Miguel si la describe como la de los Descalzos, con viñas y olivos y con fieles devotos entregados a la religiosidad y la santidad prestando su ayuda a los placentinos a la hora de las prácticas religiosas.  

 

 Luis de Toro, descripción de San Miguel, 1573.

Si buscamos la razón de esta explicación que da en 1573 el mismo Luis de Toro, hemos de ver el contexto en el que surge la necesidad de esta ermita. Cuando se menciona la idea de tutelar las prácticas religiosas, pensemos qué y por qué una cofradía, la de los Acernadados y Limpios, se hizo cargo de la advocación de San Miguel Arcángel. ¿Quiénes eran los Acernadados y Limpios?


 

 

 

No existen apenas referencias sobre tal cofradía en los reinos hispanos y, en consecuencia, debió fundarse con un propósito firme que redundara en la propia ciudad y sólo para Plasencia.  La Cofradía de los Acernadados y Limpios tomó su sede en uno de los arrabales en los que se asentaron, principalmente, los sectores menos privilegiados, como fue la población morisca. Junto con la Cofradía de Roqueamador, en la vecina iglesia de San Juan sita en el Barrio de Toledillo, se encargaron de dar ejemplo a moriscos, arrieros, prostitutas y transeúntes. De hecho, su cometido fue el penitencial, el reparar las ofensas, purificar el alma y renovar el espíritu. Sus cofrades buscaron la conversión y el perdón, y de ahí que los adjetivos de acernadados (del latín cinis, cinĕris, ceniza) y limpios hagan, por un lado, referencia al uso de cataplasmas de cenizas que se impartían el miércoles que iniciaba la Cuaresma como un signo de regeneración interna. Y, por otro lado, a la limpieza de espíritu para enfrentarse a los vicios, las inmoralidades y las religiones falsas. De ello se desprende por qué San Miguel fue titular de la ermita; un arcángel encargado de fortalecer la fe y la moral, alejar a los fieles de las falsas creencias y vicios y mantener al hombre conectado, mediante la fortaleza, con el dios verdadero con quien ha de reconciliarse. La penitencia y el arrepentimiento fueron, pues, sus señas de identidad.

La ermita de San Miguel de la Cruz Dorada desde 1810, año en el que las tropas francesas la destruyeron, fue cambiando de uso. El sacerdote e historiador placentino José María Barrio y Rufo fue el último que conoció la ermita con un capellán, el Señor Serna, tal como se recoge en Fundaciones y Acontecimientos (c. 1852-1853), aunque fue ya abandonada en el siglo XVII. Sus feligreses se trasladaron a la parroquia de San Juan del Arrabal, que a su vez también se abandonó en ese mismo siglo y también fue quemada por las tropas francesas.

 

 Diccionario histórico, biográfico, crítico y bibliográfico de autores, artistas y extremeños ilustres, 1884 y 1885

 

Antiguo Barrio Toledillo, hoy San Juan

 

La ermita tenía unas dimensiones poco usuales por el espacio tan reducido con el que contaba para cualquier culto o liturgia. Ello determinó que en agosto de 1740 se construyera una nueva en el cerro que hoy lleva el nombre del arcángel, la ermita del San Miguel del Puente Trujillo. De este modo, al carecer de culto, la ermita fue deteriorándose para convertirse en un establo de bueyes rodeado de una decena de casas que se fueron adosando a sus ruinas. Tras la Guerra de la Independencia se convirtió en una cochinera y tanto el inmueble como las tierras labradas se transformaron en viviendas, igual que ocurrió con el convento de San Francisco. Así permaneció este arrabal hasta los años del desarrollismo, hasta la década de los 60. Los nuevos planes de urbanización acabaron con las ruinas y el caserío de San Miguel de la Cruz Dorada, que pasó a ser un solar donde se levantó el primer bloque que hoy podemos ver en el plano de Plasencia.

 


 

 



 

 

 

 

 

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